viernes, 19 de abril de 2013

Feijóo: cuatro años mintiendo a los gallegos.

(Este texto ha sido publicado hoy en Faro de Vigo, Tribuna del Lector: ver).

Alberto Núñez Feijóo estuvo ayer de cumpleaños como presidente de Galicia: el día 18 de abril del 2009 tomó posesión de ese cargo al ser elegido por 38 de los 75 Parlamentarios salidos de las urnas en las autonómicas del 1 de marzo de aquel año. Entonces 789.427 gallegos votaron al PPdG confiando en su programa y en las promesas de Feijóo. Tres años y medio después (el 21 de octubre pasado) volvimos a celebrar elecciones y el PP consiguió 41 escaños. Desde entonces, y en base a esos resultados, Feijóo presume de tener una firme legalidad democrática (para hacer lo que quiera) porque dice que el pueblo gallego confirmó su mayoría electoral y que recibió todavía más apoyo de los gallegos (pasando de 38 a 41 escaños), lo que demuestra (eso dice Feijóo) que lo está haciendo bien. Sin embargo, si analizamos los datos sin manipularlos, podemos entender que la realidad indica lo contrario. En octubre del 2012 el PPdG sólo recibió 661.281 votos: se puede hacer una simple resta para comprobar que en tres años y medio dejaron de votar a Feijóo y a su partido 128.146 gallegos. Y el PP pasó de haber recibido en 2009 el 33,5% de los votos (en porcentaje sobre el censo) a recibir en 2012 el apoyo del 23,8% de los gallegos llamados a las urnas. ¿Significa ese descenso de votos y de porcentaje que ha recibido más apoyo o que lo está haciendo bien? Sólo un cínico puede afirmar eso. El PPdG perdió votantes a un ritmo de 100 por día. Feijóo adelantó las elecciones medio año (tras afirmar que agotaría la legislatura, pero ya sabemos el valor de la palabra de muchos políticos) y gracias a esa maniobra, a la fragmentación de la oposición y a la injusta Ley Electoral evitó la debacle del PP: pero sin duda esa fue la última vez que consiguen salvar la piel (y las recientes encuestas que auguran el hundimiento del bipartidismo PP-PSOE apoyan que ese pronóstico se cumplirá).
La decepción y la preocupación son crecientes. Los gallegos queremos y necesitamos políticos que cumplan su palabra, que no actúen como caciques, que no encubran a los corruptos que había y hay en su partido, que atiendan bien y no engañen a los ciudadanos, que legislen justamente, que no se aprovechen de su cargo para enriquecerse, que no obstaculicen la acción de la justicia, que respeten a los parlamentarios de los otros partidos y lleguen a consensos, que no manipulen ni maquillen los datos a su favor, que dejen de mantener puestos de asesores y chiringuitos inútiles para amigos y familiares, que no apliquen el principio de la mayoría parlamentaria para convertir su gobierno en una dictadura...Espero que los ciudadanos que optaron por la abstención aprendan la lección: por mucho que algunos grupos antisistema se empeñen en negarlo, su decisión o su desidia sólo beneficia a los poderosos, a los grandes partidos, en este caso al PP. Hacen falta nuevas alternativas para quitar de ahí a todos esos políticos que nos han defraudado, robado, engañado, y además presumen falazmente de tener el apoyo del pueblo; hace falta ponerlos en evidencia y ponerlos en su sitio (a muchos en la cárcel). La fuerza de los votos es más eficaz que la fuerza de los gritos para conseguir tener nuevos políticos que sean dignos de su responsabilidad, y que reformen urgentemente nuestro sistema democrático, para que no tengamos que aguantar 4 años sin poder poner freno a dictadores y sinvergüenzas. Feijóo y Rajoy empiezan a ser conscientes de lo hartos que estamos: espero que actúen correctamente y que rectifiquen, porque van por muy mal camino. Cuatro años son muchos años.


"Prometí que dejaría elegir a los gallegos el idioma que quisieran para que sus hijos recibieran la enseñanza, pero como habréis comprobado eso era sólo una mentira más de la campaña electoral para ganar votos..." (Feijóo con el Conselleiro de Educación, Vázquez, "compañeiros" de fechorías lingüísticas, responsables del perjuicio que se hace a miles de alumnos gallegos y a sus familias). Una pena que no vayan a la cárcel por ello; pero habrá que buscar la manera de que paguen por lo que están haciendo: es de justicia.


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