martes, 27 de junio de 2017

Manifiesto mi apoyo a Roberto Ballesteros, alcalde pedáneo de Bembrive, condenado a 7 años de inhabilitación. Y petición a los del PP de Vigo para que dejen de pedir su dimisión.

   Desde 2011 el socialista Roberto Ballesteros es alcalde pedáneo de Bembrive (ver en Nota abajo lo que son las Pedanías).
   En junio de 2013 tomó la decisión de no pagar las retribuciones por asistencia a las juntas de vecinos a los dos vocales del Partido Popular de esa parroquia de Vigo, alegando que no las merecían, ya que -según él- obstruían la tramitación de los expedientes con alegaciones infundadas, y no trabajaban por el bien común ni aportaban nada al gobierno de la Entidad, como lo demostraba el hecho de que en dos años solo habían presentado tres mociones.
   Los afectados por esa decisión, los miembros del PP Benito Pérez y Elena Freire,protestaron diciendo que era una venganza personal por críticas que habían hecho, y pusieron una denuncia contra el alcalde pedáneo al considerar que la medida era ilegal y que incumplía un dictamen del Interventor municipal. Dos meses después (en agosto) el alcalde pedáneolevantó la suspensión, y la Entidad Menor de Bembrive pagó los 800 euros que había retenido a los vocales del PP.
   Pero la denuncia siguió su curso y en abril de 2014 un juzgado de instrucción de Vigo entendió que los hechos podían ser constitutivos de delito. El popular Benito Pérez mantuvo la querella (según parece ha presentado siete querellas contra Roberto Ballesteros) y solicitó apertura de juicio oral por prevaricación, pidiendo en su escrito de acusación nueve años de inhabilitación para el ejercicio de cargo público. El Fiscal se sumó a la acusación al considerar que el alcalde pedáneo se había excedido en sus competencias o había sido arbitrario, pues en todo caso tendría que haber abierto un expediente previo a los vocales del PP.
   En mayo de este año un Juzgado de lo Penal de Vigo ha condenado a Roberto Ballesteros a siete años de inhabilitación para ejercer cargo público, al entender que efectivamente incurrió en un delito de prevaricación.
   El alcalde pedáneo de Bembrive anunció su intención de recurrir a la Audiencia en apelación, al considerar que la sentencia no se ajusta a derecho y que es un juicio político.
   Si los hechos son como se han contado (y el PP no ha aportado más datos que los que han salido en prensa y se han expuesto y referenciado aquí), parece claro que la sentencia es absolutamente desproporcionada. El miembro del PP que puso la querella en ningún momento ha demostrado que sea falso que él obstruía el buen gobierno de Bembrive, o que en dos años él y su compañera de partido solo habían presentado dos propuestas. Y si eso es así, está claro que no se merecían el salario, y que en todo caso los que debían ser inhabilitados son ellos.
   La cuestión formal de si se les abrió expediente o no antes de darles el susto de quedarse sin cobrar (estoy seguro de que aprendieron la lección y de que ahora trabajan un poco) es secundaria, y como mucho merecedora de un reproche formal o de una multa simbólica: pero lo de los siete años de inhabilitación me parece (a mi y a todas las personas con las que he comentado el caso) una pasada.
   Recuerdo por ejemplo cuando el alcalde de Vigo tomó la decisión de prohibirnos la entrada al Pleno del Concello a un grupo de ciudadanos (socios de Xuntos) porque le salió de las narices, porque habíamos protestado en un pleno: y lo hizo incumpliendo formalidades y sin hacernos expediente previo. (Lo he contado aquí: Ver)Me hubiera encantado denunciarle y que le inhabilitaran por siete años, pero: ¿alguien cree que un Juez le habría condenado a inhabilitación? No, porque la verdad es que montamos follón en el pleno, y si nos hubieran abierto expediente la medida habría podido ser justa, y como mucho hubiera sido una prevaricación formal que entiendo no puede llevar aparejada una pena semejante.
   Por eso le doy todo mi apoyo a Roberto Ballesteros, y solicito a los políticos del PP de Vigo que dejen de tocar las narices y de pedir su dimisión: ellos saben que la sentencia no solo no es firme, sino que más pronto que tarde se demostrará que es inapropiada, por infundada o al menos por desproporcionada. 
   Si algo he aprendido en estos últimos años de mi vida es que una persona puede ser imputada y condenada sin ser culpable de nada, a veces debido a una calumnia.
   Espero que la Audiencia provincial estudie el caso y lo resuelva positivamente, decretando la absolución del alcalde pedáneo de Bembrive, al que no conozco, pero al que le trasmito un abrazo solidario y le deseo que soporte de la mejor manera (seguro que con el apoyo de muchas personas justas) la injustricia que está sufriendo.
Roberto Ballesteros renovando su cargo de alcalde pedáneo de Bembrive el 6 de junio de 2015
(Ver noticia). Al fondo, el alcalde de Vigo Abel Caballero. Si hasta esa fecha la Junta de la Entidad
Menor la componían 3 vocales del PSOE y 2 del PP, desde entonces fueron 4 y 1 respectivamente.
   Nota: La Pedanía de Bembrive, que es una parroquia rural de Vigo, cuenta con unos 4.400 habitantes, y es una de las nueve “Entidades Menores” o pedanías locales que hay en Galicia (ocho de ellas en la provincia Pontevedra, como Morgadans, Camposancos, Chenlo, Vilasobroso…) que proceden de la conservación de antiguas peculiaridades feudales de ciertos territorios. En España hay más de 3.500 pedanías, regidas por “alcaldes pedáneos” o “segundos alcaldes”, y tienen diversos reglamentos y competencias.


viernes, 16 de junio de 2017

Si todavía se habla el catalán es gracias a España. 3 de 3: Cataluña es integrada por Napoleón en el Imperio Francés en 1812 y España la recupera en 1814.

Este mapa muestra la división administrativa del Imperio Francés en 1812:
Cataluña no existe, y su territorio se ha dividido en cuatro departamentos o provincias
que están integradas en Francia.

   El año 1804 Napoleón Bonaparte se coronó a sí mismo como Emperador. Estaba decidido a dominar toda Europa y a hacer de París la capital del mundo. Y estuvo a punto de conseguirlo.
   1812 marca el máximo apogeo del imperio de Napoleón, en el que acabaría integrando lo que hoy constituye el territorio de Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos, así como una parte de Alemania, de Suiza y de Italia... Y también Cataluña.
   Unos años antes Napoleón había presionado al débil rey español, el borbón Carlos IV, para que restituyera como Valido (equivalente a Primer Ministro) a Manuel Godoy. Y cuando lo consiguió, en 1800, Godoy puso La Armada Española a disposición de Francia, y también declaró la guerra a Portugal, que era aliada de Inglaterra (principal enemigo de Francia).
   En 1807 Napoleón firmó con Godoy el Tratado de Fontainebleau, por el que las tropas francesas tuvieron permiso para entrar en España, encaminadas a conquistar Portugal, para después repartirla entre ambos Reinos. Esa era la idea. Pero lo que iba a ser un tránsito se convirtió en una ocupación, y 100.000 soldados franceses se hicieron con el control de las principales ciudades españolas.
   En marzo de 1808 Carlos IV y su hijo Fernando VI fueron obligados a ir a Bayona (Francia) y a firmar su abdicación ante Napoleón, quien prometió que respetaría la independencia de España. En junio el Emperador promulgaba una nueva Constitución (llamada El Estatuto de Bayona) y nombraba Rey de España a su hermano José Bonaparte. El pueblo español se levantó en armas contra los franceses, comenzando La Guerra de la Independencia, que duró seis años.
Monumento a los héroes que
defendieron Tarragona frente
 los invasores franceses.
   Los llamados "afrancesados" de las grandes ciudades asumieron el estatus quo, pensando que era imposible derrotar al Imperio francés, y que formar parte de él no sería tan malo, pues Napoleón había integrado a su manera el espíritu de la revolución francesa. Muchos de esos afrancesados eran intelectuales y comerciantes catalanes... Quizá por eso, y por la cercanía geográfica, el 26 de enero de 1812 Napoleón decidió quedarse con Cataluña y firmó un decreto por el que la desgajaba del resto de España y la integraba en su Imperio y bajo su gobierno directo. Y ese territorio anexionado por Francia no constituía una unidad que pudiera llamarse Cataluña, sino que quedaba dividida en cuatro Departamentos: Montserrat (Barcelona), Ter (Girona), Segre (Lleida) y Bouches de l’Èbre (Tarragona). Naturalmente, el entonces rey de España, José I -hermano de Napoleón y sometido a su voluntad-, no puso ninguna objeción. Cataluña pasó a considerase "Zona francesa anexionada". Napoleón también nombró Virreyes en Navarra, Vizcaya (País Vasco) y Aragón, considerando esos territorios "Zonas francesas ocupadas".
    Los españoles plantaron cara a los franceses con la guerra de guerrillas, pero fue fundamental y definitivo pedir ayuda a Inglaterra, que desembarcó a sus tropas en Portugal y empezó a frenar a los ejércitos napoleónicos. Se puede decir que la ambición de Napoleón le llevó a la ruina: en su intento de invadir Rusia ordenó la retirada de algunas tropas de España para dirigirlas hacia Moscú, y así la coalición inglesa-española-portuguesa comenzó a ganar batallas, como la de julio de 1812 en Arapiles (cerca de Salamanca, batalla comandada por el Duque de Wellington, quien había sido nombrado General en Jefe de los ejércitos españoles), una victoria que marcó el inicio del triunfo en la Guerra de la Independencia. Madrid fue recuperado y el Rey José I Bonaparte se escapó de España en junio de 1813, y con el se fueron las tropas francesas...: José I nunca fue reconocido por el pueblo ni por la resistencia institucional, representada por la Junta Central y las Cortes de Cádiz.

Las Cortes de Cádiz se constituyeron en 1810. En la
Constitución liberal de 1812 defendieron la soberanía del
pueblo y el igualitarismo, acabando con los injustos
privilegios ancestrales que mantenían algunos territorios,
como Cataluña, Navarra y el País Vasco (Fueros).
   Sin embargo Cataluña seguía siendo la suma de cuatro provincias de Francia. Militares y políticos de ese País seguían controlando las principales ciudades y villas catalanas. Las tropas francesas que estaban en Valencia se habían replegado a Cataluña, reforzando su presencia allí. No parecían dispuestos a irse.
   Las naciones europeas consolidaron su coalición contra Francia, derrotando al ejército de Napoleón en la importante Batalla de Leipzig (o De las Naciones)en octubre de 1813. El 31 de marzo de 1814 los aliados entraban en París, y días después Napoleón abdicaba y era enviado al exilio de Elba. Francia restauró la monarquía borbónica con Luis XVIII el 6 de abril, quien dirigió la transición modélicamente, conservando en su puesto a los dirigentes bonapartistas: por ejemplo, nombró Ministro de la Guerra al General Soult, quien había dirigido el ejército de Napoleón en España.
Monumento a los mártires de
Barcelona, insurgentes contra
los franceses que fueron
ajusticiados en 1809 (VER).
   Los afrancesados catalanes y las fuerzas y gobernantes franceses comenzaron a sufrir el ataque de catalanes fieles a la monarquía hispana, cuya restauración buscaban las Cortes de Cádiz, que no estaban dispuestas a que Cataluña quedara dentro de las fronteras de Francia, y que habían designado al general Luis de Lacy Capitán General de Cataluña; después, en febrero de 1813, le reemplazaron por Francisco de Copons, que cosechó gran cantidad de victorias. Las Cortes de Cádiz promulgaron una amnistía para los afrancesados que dejaran de apoyar la ocupación francesa. 
   El 11 de diciembre de 1813 Napoleón había hecho firmar a Fernando VII, al que mantenía prisionero, el tratado de Valençay, por el que le reponía en el trono de España pero con unas condiciones que la Regencia y las Cortes de Cádiz no aprobaron. No fue hasta el 10 de marzo de 1814 cuando Napoleón tiró la toalla y ordenó al Mariscal Suchet que organizara la retirada de las tropas que ocupaban Cataluña. Dos semanas más tarde Fernando VII volvía a España entrando por Gerona, pero sin poder pasar por Barcelona, que seguía ocupada. El 17 de abril de ese año, con apoyo militar, el Rey restauraba la Monarquía absoluta (anulando la Constitución liberal). El conflicto diplomático y armado en Cataluña se prolongó hasta finales de mayo de 1814: el día 28 el ejército francés del Rey Luis XVIII (quien por la política de los hechos consumados había pretendido quedarse con Cataluña) se retiró de Barcelona. Y el día 30 de mayo de 1814 Copons entró en la Ciudad Condal portando en sus manos un retrato del Rey Fernando VII. Muchos catalanes afrancesados se tuvieron que exiliar a Francia...

   En resumen, entre 1812 y 1814, durante dos años y cuatro meses, Cataluña perteneció a Francia de hecho, de derecho y por la fuerza de las armas. Si a España no hubiera luchado por recuperar su independencia y su integridad, y si no le hubiera importado el destino de Cataluña, esa parte tan querida de la milenaria nación española, ahora todos los catalanes serían franceses y hablarían francés...
   El actual gobierno de la República Francesa no permite la existencia de partidos nacionalistas (PD: ver primer comentario), por lo que cualquier hipotético separatista catalán (dentro de la hipótesis previa) sería considerado traidor. Por suerte para todos, ya no se usan las guillotinas.



Ver los otros dos artículos de esta serie titulada: Si todavía se habla catalán es gracias a España:
1 de 3: Si todavía se habla catalán es gracias a España. Tratado de Corbeil 1258 (Ver).

jueves, 15 de junio de 2017

Si todavía se habla el catalán es gracias a España. 2 de 3: España vuelve a salvar a Cataluña de ser francesa: el periodo 1641-1652 y el Tratado de los Pirineos.

  En este artículo (segundo de una serie de tres) repasaremos la historia viendo cómo durante el siglo XVII España salvó a Cataluña, por segunda vez, de quedar dentro de las fronteras de Francia, algo que habría llevado a la larga a la desaparición de su lengua (el catalán) y hubiera impedido el autogobierno que ahora gozan (algo impensable en la actual República Francesa). Todos los catalanes deberían estar agradecidos a España por ello.

   La llamada "Guerra de los treinta años" comenzó en 1618 como un conflicto religioso entre católicos y protestantes, pero pronto se transformó en una lucha por el poder entre las potencias europeas: una sangrienta guerra en la que se emplearon masivamente ejércitos de mercenarios (que luchaban en el bando de quien más les pagaba, y que no respetaban a nada ni a nadie). El Rey de España tuvo que apoyar al emperador Alemán por ser su aliado y pariente (de la Casa de Austria), y cuando Francia entró en el conflicto, declaró al guerra a España.
Els Segadors matando al Virrey de España en
Cataluña. Era el 6 de junio de 1640. La ilustración
de H. Miralles tiene el título Corpus de Sang,
nombre con el que se recuerda el evento.
Por cierto, Portugal aprovechó el conflicto
catalán iniciado ese día para independizarse
definitivamente de España.

   Cuando en 1640 Felipe IV, Rey de España y Conde de Barcelona, pidió colaboración para la guerra a sus súbditos catalanes, sus gobernantes locales se opusieron. Apelaron a sus privilegios tradicionales (en principio podían negarse a proporcionar soldados para luchar en el extranjero) y a que la guerra les perjudicaba económicamente, al suspender la importante actividad comercial que mantenían con Francia. También se oponían a la reforma llamada La Unión de Armas, propuesta por el Valido del Rey el Conde Duque de Olivares, que era una reforma que pretendía la uniformidad administrativa y legal de todos los reinos y territorios de la monarquía española; también pretendía la unión militar, con reclutamientos forzosos en todos los territorios...
   El pueblo catalán también protestaba por los altos impuestos exigidos para sufragar la guerra, y por los abusos que los soldados del ejército español (muchos de ellos mercenarios) causaban a su paso por su territorio, camino del Rosellón francés. El día del Corpus de 1640, tras la procesión, un grupo de campesinos y segadores se manifestaron indignados, y acabaron asesinando, en la playa de Barcelona, al representante de Felipe IV, el Conde de Santa Coloma, Virrey de Cataluña: así daba comienzo lo que se conoce como "La Revolución de los Segadores" (Els Segadors) o "La sublevación de Cataluña".
   El clima social contrario a la monarquía española fue subiendo de temperatura. Los tumultos se sucedieron y fueron asesinados varios funcionarios reales. Los políticos de la Generalitat de Cataluña, que inicialmente habían colaborado para rechazar los ataques franceses (caso del Conseller Francesc de Tamarit), perdieron el control sobre los violentos revolucionarios, y les apoyaron al menos con su permisividad. Y al saber que las tropas del ejército español se dirigían a Barcelona para imponer el orden por la fuerza, y al llegarles noticias de abusos que cometieron en el camino con los prisioneros, temieron represalias y se acabó imponiendo la opinión de plantar cara al rey Felipe IV, de sublevarse. Y consideraron que la mejor solución era acceder al ofrecimiento de ayuda y de protección que les había hecho el Cardenal Richelieu, representante del Rey de Francia. El canónigo Pau Clarís, presidente de la Generalitat, redactó un memorial de agravios ("España nos roba", que diríamos ahora) para justificar la rebelión, y con el aval del llamado Consell del Cent (equivalente al pleno municipal de Barcelona), repudiaron al Rey de España y pusieron el Principado de Cataluña bajo soberanía francesa, nombrando al Rey francés Luis XIII Conde de Barcelona.
   Las tropas francesas desembarcaron en Barcelona y asumieron su defensa, y consiguieron derrotar al ejercito realista (del Rey de España, no confundir con el Real Madrid) en la batalla de Montjuic (26 de enero de 1641). Un mes después moría Pau Clarís, el mismo día que desembarcaba el conde Philippe de la Mothe, enviado del Rey de Francia, y asumía plenos poderes. Los franceses se hicieron con el control de Cataluña, que pasó a ser un territorio francés dirigido por Virreyes nombrados por Luis XIII (y a su muerte dos años después, por Luis XIV, "el Rey Sol").
   Cataluña dejó de ser española. Pero no dejó de ser católica: y un ejemplo de ello es que mantuvo sus Tribunales de la Inquisición, pero éstos se desconectan del Inquisidor de España, y pasaron a ser elegidos y controlados directamente por la Santa Sede. Pero con el paso del tiempo muchos catalanes empezaron a comprobar que las cosas no eran como esperaban (entre ellos el mencionado Tamarit, que abandonó la política). Los soldados franceses en Cataluña, muchos de ellos también mercenarios, cometieron tantas tropelías o más como las que habían cometido años atrás los ejércitos de Felipe IV. Y Francia obligó a la Generalitat a sufragar los gastos de su ejército ocupante... En 1645 las autoridades galas descubrieron una conspiración en Barcelona contra los franceses: fueron ejecutados dos miembros de la Generalitat.
   En 1648 Francia y Alemania firmaron la Paz de Westfalia, terminando la guerra de los 30 años y fijándose nuevas fronteras en Europa. Respecto a Cataluña, no se tocó el asunto en el Tratado, porque Francia consideraba que era suya, por conquista o invasión: una invasión pacífica debido al beneplácito que le había dado Pau Clarís y el Consejo Catalán en su reacción antiespañola, de la que ahora cada vez más catalanes comenzaban a arrepentirse. Sin embargo España, que perdió en esa guerra el dominio sobre los Países Bajos (Holanda), no renunció a Cataluña.  
   En 1651 el Rey Felipe IV llamó a la península a su hijo natural Don Juan José de Austria, mariscal y virrey en Nápoles y en Sicilia, y le nombró Virrey de Cataluña, encargándole la recuperación de los territorios ocupados por Francia. Un año después, tras un sitio que duró 15 meses, Barcelona se rindió a Don Juan José de Austria. Se instauró la paz, la monarquia hispànica reconoció las Constituciones Catalanas, y el principado volvió a estar bajo la corona española.
La Paz de los Pirineos se firmó en una isla en
el río Bidasoa, entre Irún y Hendaya. En verde,
los territorios que España entregó a Francia
para recuperar el control de Cataluña.
   Tras esa fecha, la guerra contra Francia en territorio catalán se mantuvo poco activa, manteniendo Luis XIV el control militar y administrativo de la zona norte y mediterránea de Cataluña: Rosellón y Cerdaña).
   El año 1659 se firmó la Paz o Tratado de los Pirineos: España cedía a Francia el condado de Artois y diversos territorios centroeuropeos, pero recuperaba plenamente Cataluña, aunque Francia forzó para que la nueva frontera se estableciera en la línea divisoria natural de los Pirineos: el Tratado establecía que todo lo que quedaba al norte de esas montañas pertenecía al Rey de Francia, y lo que quedaba al sur al Rey de España. Por ello, España perdió el dominio del Rosellón y de una parte de la Cerdaña (Condados catalanes desde la época de la Marca Hispánica) que pasaban a depender de Francia. Y aunque el Rey Luis XIV se comprometió a respetar los usatges o privilegios catalanes de esos territorios, pero poco después los derogó, y en 1.700 prohibió el uso público del catalán en dichas comarcas. Según establecía el mismo tratado de los Pirineos, el Rey Felipe IV decretó un indulto ("declaración de abolición y perdón") para todos los rebeldes catalanes. Y con la paz se recuperó la normalidad institucional.
   Esta fue la segunda vez que un Rey español salvó a los catalanes de caer en poder de los franceses. La primera fue Jaime I el Conquistador firmando el tratado de Corbeil en 1258 (ver artículo anterior). Si a Felipe IV le hubiera dado igual su futuro, si no sintiera a Cataluña como parte substancial de España, hoy Cataluña sería una parte más de Francia: no tendría ninguna singularidad política... ni se hablaría el catalán.

   Nota 1: Pau Clarís y los dirigentes catalanes (Generalitat, Consell del Cent...) de esa época son los responsables de que Cataluña y España perdiéramos la mitad de la Cerdaña y el Rosellón. Si no hubieran permitido los desórdenes de la revuelta de los segadores, y si hubieran cumplido la ley y obedecido a la legítima autoridad, no habrían entregado Cataluña al poder de Francia y de su ejército, y no habría sido necesario entregar esos territorios españoles y catalanes a cambio de restaurar la paz y lograr que Luis XIV y todos los suyos se retiraran del resto de Cataluña.

REF: artículo de Jesús Lainz.
   Nota 2: La mentira de la primera república catalana.
   ¿Alguien cree que el presidente de la Generalitat creó en 1640 un grupo de WhatsApp con los otros Consellers? Pues tampoco nos creemos la mentira de que Pau Clarís proclamó entonces la República de Cataluña, como afirman los nacionalistas en su publicidad engañosa. No hay ningún documento verídico que avale esa afirmación. Y es algo absurdo plantear una República, que se fundamenta en el imperio de la ley, partiendo precisamente del incumplimiento de la ley. Se puede afirmar que hasta el periodo de la Ilustración, un siglo después, no se definió el estándar de lo que habría de ser una República. En cualquier caso, si por República se quería entender un gobierno sin Rey, Cataluña simplemente pasó de estar sometida al Rey de España a estarlo al de Francia, que -como demostró- era más absolutista y menos respetuoso con las tradiciones y derechos adquiridos que el primero. Aunque hoy en día todos entendemos que algunos derechos adquiridos, cuando son injustos y suponen privilegios y falta de equidad, deben abolirse.

 
Ver el primer artículo (1 de 3): Si todavía se habla catalán es gracias a España: el Tratado de Corbeil en 1258.

Ver el tercer artículo (2 de 3): Cuando Cataluña perteneció al Imperio Francés de Napoleón (1812-1814) hasta que España la recuperó (Post en construcción).



Textos del Tratado de los Pirineos donde España recupera todo el principado de Cataluña... menos Cerdaña y Rosellón.

miércoles, 14 de junio de 2017

Si todavía se habla el catalán es gracias a España. Tres momentos históricos en los que reyes españoles salvaron a Cataluña de caer bajo el poder de Francia. 1 de 3: El Tratado de Corbeil en 1258.

   Si los niños catalanes pueden estudiar en catalán es gracias a España. Es más: si todavía se habla el catalán, y si Cataluña es una entidad política con cierto autogobierno, es gracias a España.
   Se puede avalar esa afirmación recordando tres momentos históricos en los que Cataluña estuvo bajo el dominio de Francia: entre los siglos VIII y XIII, entre los años 1640 y 1659, y el bienio 1812 -1814.
   Y si España no hubiera acudido a rescatar a nuestros hermanos catalanes en alguna de esas tres ocasiones, hoy en día toda Cataluña pertenecería a Francia, que es un Estado-Nación celoso de su unidad y uniformidad, y donde el único idioma oficial es el francés (que es además la única lengua vehicular de la enseñanza en todo el territorio, pues se permite el estudio de las lenguas regionales, como el bretón, el catalán, el vasco, y el corso... pero con el mismo tratamiento que las lenguas extranjeras). Si España no hubiera hecho lo que hizo, si hubiera abandonado a su suerte a los catalanes, tampoco tendrían ahora los actuales habitantes de Cataluña competencias en gobierno, pues los Departamentos Territoriales franceses solo suponen una mera descentralización administrativa, sin atribuciones políticas...
   Repasemos la historia:

La Hispania romana el año 10 EC.
   Durante más de seis siglos los territorios que hoy conforman Cataluña fueron parte de la República y del Imperio de Roma, dentro de la provincia llamada Hispania (que a su vez pasó por diversas subdivisiones). Desde entonces podemos reivindicar la unión de todos los pueblos de la península ibérica, recordando que una ciudad de Cataluña, Tarraco (Tarragona), fue durante mucho tiempo la capital de Hispania.
   A comienzos del siglo V se produjo la ocupación de esos territorios por los Visigodos, que cien años después trasladaron su capital desde Tolosa (Tolousse, al norte de los Pirineos), pasando por Barcino o Barcelona (donde tuvieron su corte los reyes godos Gaseleíco y Amalarico), hasta Toledo, donde el rey Teudis asentó su reino, el llamado Reino Visigodo de Toledo, que fue el más importante del occidente europeo durante los siglos VI y VII, y que incluía, además de toda la península, amplios territorios de la costa mediterránea francesa, la llamada Septimania. Desde el reinado de Leovigildo (572-586) ya podemos hablar de Hispania o España como nación: una comunidad culturalmente homogénea que ocupa un territorio y que tiene un gobierno soberano que no depende de ningún otro.

El Reino Visigodo de Toledo hacia el año 700.
   El año 711 los musulmanes invadieron la Hispania Visigoda, y una década después su dominio alcanzaba varias ciudades y regiones más allá de los pirineos. Los Francos se enfrentaron a ellos y también tuvieron que vivir "su reconquista", que comenzó en la victoria de Poitiers (732) y no fue fácil: hasta el año 759 no liberaron Narbona (principal puerto de la Septimania) del poder del Emirato de Córdoba. El año 785 el emperador Carlomagno recuperaba Gerona, y en sucesivas campañas los Francos fueron reconquistando más ciudades musulmanas, entre ellas Barcelona, el año 801.
   Los reyes francos fomentaron la repoblación de esos territorios y establecieron allí Condados, regidos por Condes, cuya misión era garantizar la seguridad de sus fronteras con Al Andalus. Los Condados de esa región conformaron la llamada Marca Hispánica, que eclesiásticamente dependía de la archidiócesis de Narbona. La reconquista de lo que hoy es Cataluña duró más de cuatro siglos, y no fue fácil: por ejemplo, el año 985 Almanzor saqueó e incendió Barcelona (sin que el Rey de Francia mandara ayuda, algo que no sentó bien entre los Condes).

Los condados de la Marca Hispánica y
de la Marca de Gotia, demarcaciones
establecidas por Carlomagno.
Es falso que en esa época (x IX) se pudiera
hablar de los Condados Catalanes.
   En esa línea y con el paso del tiempo, debido a las distancias y a sus problemas internos, los reyes francos fueron desocupándose de esos Condados, que aunque seguían sometidos legalmente (por derecho) al reino de Francia, establecieron una sucesión dinástica, y en la práctica (de hecho) dejaron de rendir vasallaje a los reyes franceses. Los Condes empezaron a organizarse con una cierta autonomía, pero no hay datos de que sintieran la necesidad de ser independientes y erigirse en reino: y siempre fueron conscientes de su origen, de su dependencia respecto a un reino o poder soberano, y respetuosos con la legalidad.
   Los condados de la Marca Hispánica fueron aumentando voluntariamente sus vínculos con los reinos peninsulares. El año 1135 Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona (que fue el Condado que más importancia y poder alcanzó) acudió a León, junto con otros Condes del sur y del norte de los Pirineos, a la coronación como Emperador de toda Hispania del rey Alfonso VII de León, rindiéndole vasallaje. Un año más tarde el Rey Ramiro II de Aragón le ofreció a ese mismo Conde de Barcelona el matrimonio con Petronila, la heredera de la corona, en una boda diplomática que pretendía restaurar la dinastía aragonesa: el Conde no reinaría (no podía hacerlo al no ser de sangre real), pero el hijo de ese matrimonio, Alfonso II, que nació en 1152 en Huesca, fue el primero en llevar los títulos de Rey de Aragón y Conde de Barcelona. Años después apareció la palabra "Cataluña", término de origen incierto  y que lo encontramos por primera vez en el testamento de ese Rey, Alfonso II, que murió en 1.196. Sus sucesores empezaron a figurar en documentos con los títulos de Rey de Aragón y Príncipe de Cataluña, siempre indisolublemente unidos.
   (Por tanto es evidente que no se puede usar el término "Condados Catalanes" cuando nos referimos a los Condados de la Marca Hispánica o al Condado de Barcelona, salvo que nos situemos en fechas posteriores a 1200. Es un error frecuente, bien por ignorancia o bien una manipulación falaz por intereses políticos).
   A mediados del siglo XII los aragoneses y los Condes de Barcelona (y otros como los Condes de Urgell, que mantuvieron cierta independencia y se incorporaron a la corona de Aragón en 1413) reactivan la reconquista contra los reinos de Taifas en los que había degenerado el califato de Córdoba con su fragmentación, lo que condujo a su desaparición (un ejemplo de cómo "la unión hace la fuerza" y es mejor para todos). Toman Lérida (1149) y repueblan Tarragona (a partir de 1129), donde poco después se restaura la Archidiócesis eclesiástica de la Tarraconensis, que recuperó sus antiguos obispados (los actuales de Cataluña y Aragón, y otros) que habían dependido durante todos esos siglos del Arzobispo de Narbona (en la Septimania, territorio de Francia).
   El año 1212, en la batalla de las Navas de Tolosa, todos los reinos cristianos peninsulares derrotan a los almohades, decantando definitivamente el futuro de la reconquista de España: en esa batalla las huestes de los condes catalanes destacaron por su valentía, luchando bajo la bandera del Rey Pedro II de Aragón, como reflejó en esa misma época en su Crónica histórica de Hispania el arzobispo de Toledo Jiménez de Rada.

Aragón entregó en el tratado de Corbeil (1259) sus vastos territorios de Tolosa,
la Septimania y Provenza, y se quedó con los Condados Catalanes. REF.
   Aragón conquistó Mallorca y Valencia, y expandió ampliamente sus dominios también por el norte de los pirineos, en territorio hoy francés, apoyando a los cátaros y enfrentándose con Francia y con los ejércitos papales. Pero el mencionado rey Pedro II de Aragón fue derrotado en la batalla de Muret (1213), y el poderío de Francia se fue haciendo cada vez más evidente. Entonces su rey Luis IX reivindicó el dominio de los condados de la Marca Hispánica. El conflicto acabó en 1258 cuando el Rey de Aragón Jaime I (el Conquistador) firmó con ese rey francés el tratado de Corbeil (lugar cercano a París) que establecía nuevas fronteras entre ambos reinos: Aragón cedía a Francia sus condados y posesiones de Tolouse, Narbona, Albi, Montpellier, Marsella, toda la Provenza... Y el Rey de Francia renunciaba a sus derechos sobre los condados de Ampuries, Barcelona, Besalú, Cerdanya, Conflent, Girona, Osona, Roselló y Urgell, que al haber sido fundados por Carlomagno seguían siendo de su propiedad (como el propio tratado recuerda). A partir de ese momento todos esos Condados (que conforman gran parte de la actual Cataluña) pasaban a depender, también de derecho, del Reino de Aragón.
   Esa fue la primera vez que un Rey hispano salvó a los catalanes de quedar bajo el poder de Francia...
Pocos conocen que Aragón tenía vastos territorios en el sur
de Francia, a los que renunció el año 1258
a cambio de Cataluña. REF.
   Este artículo (1 de 3) se continua en los dos siguientes, en los que la historia "se repite" y España salva a Cataluña de quedar incorporada a Francia, con todo lo que eso hubiera conllevado:
   2 de 3: Cataluña es francesa a mediados del siglo XVII (Guerra de los 30 años y Paz de los Pirineos) (Ver),
   3 de 3: Cataluña es integrada como parte del Imperio Francés de Napoleón Bonaparte, a principios del siglo XIX (Ver).



Nótese el anacronismo histórico: en el siglo IX no existía la palabra
Cataluña, ni por tanto los Condados Catalanes.
Lo que sí existían eran varios Condados, vasallos del rey
de Francia, que formaban unos la Marca Hispánica y otros
la Marca Septimana o Gotia. Los mal llamados
"condados catalanes" que se suponen dieron lugar a Cataluña,
tenían una extensión de aproximadamente la mitad de
la actual Cataluña, y no incluían ni a Lérida ni
a Tarragona, reconquistadas en el siglo XII.



sábado, 10 de junio de 2017

La lección de Galicia Bilingüe a la Xunta sobre cómo defender los intereses de los gallegos que hablan gallego y que quieren seguir hablándolo.


   La Xunta va a gastarse mucho dinero "regalando" hasta 600 euros a cada universitario que haga su tesis en gallego. ¿Es esa una buena manera de promocionar el uso de esa lengua? ¿Tendrán las tesis escritas en gallego más impacto y difusión por las universidades de todo el mundo?
   La asociación Galicia Bilingüe ha trasladado a la Defensora del Pueblo (Valedora do Pobo) las quejas presentadas por varios alumnos, que consideran esa medida discriminatoria: Ver artículo.
   La propuesta alternativa que hace Galicia Bilingüe me parece muy interesante: que ese dinero con el que la Consellería de Educación discrimina a los estudiantes hispanohablantes, se destine a pagar profesorado para que los niños gallegohablantes de las ciudades puedan tener clases en su idioma (en gallego) en la etapa de Infantil. GB recuerda que en esa etapa educativa, de tres a seis años, la Xunta ha dictaminado que se use la lengua predominante en el aula: por lo que los niños gallegohablantes de las ciudades sufren el grave perjuicio de no recibir esa enseñanza en su lengua materna (ver artículo sobre ese tema, en este Blog, en gallego). También recuerdan en su escrito la penosa realidad de que la Xunta tiene miedo a la libertad y se niega a permitir la elección de idiomas en la enseñanza. El actual sistema perjudica en todas las etapas educativas a todos los estudiantes, al imponer un modelo impositivo, nada pedagógico, que prohibe cualquier elección y trasluce despotismo pronacionalista, y que no gusta a la mayoría de las familias: desde luego a la mía no, ni tampoco a la mayoría de las personas con las que hablo del tema.
   Hace poco un colega profesor me decía que le extrañaba mucho que en la Universidad de Vigo se hicieran y publicaran tesis en gallego: y me decía que en la Universidad andaluza donde trabaja cada vez se hacen más tesis en inglés. Conviene recordar que hasta los siglos XVIII o XIX el latín era el idioma oficial y en el que se impartían todas las clases tanto en la Universidad de Compostela como en todas la universidades de Europa. Porque la gente razonable sabía y sabe que la función principal de los idiomas es transmitir conocimientos, y en la medida en que se busque ese objetivo y se pretenda llegar a más gente, cuanta más difusión tenga el medio que se use y cuanta más gente entienda el idioma empleado, pues mucho mejor.
   Pero ahora muchos han adulterado el sentido primigenio de los idiomas y los emplean para fomentar nacionalismos exclusivistas, para favorecer a grupos económicos y de poder; y para fomentar una identidad colectiva que se supone que todo buen paisano debe tener: antes era la religión única, ahora la lengua única... Y el que no quiere obedecer ni hablar como nos imponen, el que se atreve a pensar de manera diferente, vuelve a ser un hereje y debe ser quemado en la hoguera. Y si hay que pagar para que la gente use el gallego, se paga.
   ¿Qué pensaríamos si el Arzobispo de Santiago consiguiera que la Xunta diera a los jóvenes 50 euros cada vez que fueran a Misa? Sin duda habría más asistencia y más juventud en las iglesias... al menos mientras hubiera dinero público para pagar... (dinero que se deja de usar en otras cosas mucho más importantes).
   Por favor Sr. Feijoo (y señores del PP): recapaciten y hagan caso a esta excelente propuesta de Galicia Bilingüe, propuesta que también debería aplaudir todos los gallego hablantes que quieren que sus hijos hablen y sigan hablando en gallego.

Aconsejo visitar: Galicia y sus idiomas.
Un paseo divertido y crítico.

jueves, 1 de junio de 2017

Propuesta para acabar con el terrorismo islámico.

   La gran mayoría de los musulmanes que hay en el mundo rechazan los actos de violencia de sus correligionarios. Sin embargo los actos terroristas cometidos en el nombre de Alá, perpetrados por creyentes yihadistas que se consideran en guerra santa contra lo que denominan "cristiandad", son cada vez más frecuentes por todo el mundo. Los que realizan esos asesinatos indiscriminados están convencidos de que cumplen la voluntad divina, y de que ese Dios (Alá) en el que creen les va a premiar por lo que hacen.

   Como consecuencia de esos atentados reivindicados por seguidores del "estado islámico" se está creando en los países occidentales un clima de animadversión hacia todos los seguidores de la religión creada por el profeta Mahoma. Por ello, el problema de la escalada del terrorismo perpetrado por seguidores del Corán es muy grave también para todos y cada uno de los musulmanes inocentes que viven fuera de los países islámicos: especialmente para los que han huido de ellos buscando refugio. Y al paso que vamos, este problema puede acabar con su persecución y expulsión de muchos sitios: lo que en la práctica equivaldría a su aniquilación.
 
   ¿Cómo podemos solucionarlo? Se me ocurre una opción. Sabemos que la voluntad de Dios en todas las religiones les llega a los fieles a través de las interpretaciones y proclamas de sus líderes religiosos. Por ejemplo los cristianos católicos aceptan que el Papa y los sacerdotes son los representantes de Jesucristo en la tierra, y que pueden condenar y declarar anatemas o excomulgados a los que no cumplen sus preceptos. Del mismo modo, todos los líderes del islam, que defienden que su religión está en contra de la violencia y del terrorismo, podrían lanzar un manifiesto mundial declarando excluidos de su religión y condenados al peor de los infiernos a cualquier musulmán que cometa un atentado terrorista. Y se podrían incluir penas religiosas y sociales contra sus familiares (para surtir efecto en caso de atentado suicida). Sería una forma de hacer recapacitar y rectificar a todos los que pretenden seguir sembrando el dolor y la muerte de manera indiscriminada en honor de un Dios que, si le preocupa del futuro de sus seguidores debe estar a favor de aprobar inmediatamente esta medida.
 
   Hay que acabar con toda violencia. Pero que cese el terrorismo islámico al que nos referimos es imprescindible para que los musulmanes subsistan en el mundo, al menos en el occidental. Todos los gobernantes podrían presionar a los líderes religiosos del islam para que acometan esta iniciativa con urgencia. Si nos preocupan los devastadores efectos de la contaminación y del calentamiento de la tierra, peores efectos va a tener un estado de terrorismo y guerra global causado por el fanatismo religioso musulmán, al que solo pueden poner freno sus líderes: y les interesa hacerlo, también por su propia supervivencia.