jueves, 24 de agosto de 2017

"Cataluña es un lugar de paso, de muchas gentes distintas...". Reflexiones tras el atentado terrorista en Las Ramblas.

   He paseado muchas veces por La Rambla de Barcelona: con familiares, con amigos, con mi mujer... Recuerdo cuando con ella compré unas deliciosas fresas en el mercado, que terminamos de comer en el parque Güell... fue un momento de gran felicidad.
   Como otros muchos lugares, por esa calle pasean miles de personas distintas: hombres y mujeres de todas las edades, de diversas nacionalidades y razas, hablando diversos idiomas. Pienso que lo que es común en todos ellos es que quieren disfrutar de la vida, ser felices: empaparse del encanto de ese lugar mágico... Y es evidente que la diversidad cultural que late en el corazón de Barcelona es un ingrediente principal para el éxito de la receta y su atractivo.
   Una vez más nos ha conmocionado la noticia de un atentado terrorista. Nos hemos sentido muy unidos a las víctimas directas, pero también a todos los afectados por unión y simpatía con ellas: lo que en definitiva nos incluye a todos, en la medida en que todos somos capaces de sentir empatía y de ponernos en su lugar.
   Yo ahora podría estar muerto si hubiera estado en ese sitio a esa hora. O cualquiera de nosotros o de nuestros conocidos. Y el dolor que todavía me hace llorar al escribir estas letras me une en un abrazo a todos vosotros, a todas las víctimas físicas o "espirituales" de esta agresión.
   El efecto principal de atentados terroristas como los que hemos sufrido estos días es un grandísimo dolor que hace que se tambaleen los cimientos de nuestra alma y de nuestra sociedad... un dolor muy cruel que se mantendrá en el tiempo, plagado de ausencias y de secuelas...
   Pero sabemos que no ha pasado el peligro: que disparos, bombas y atropellos se pueden repetir en cualquier momento; que siguen siendo una amenaza para todos y cada uno de nosotros y de nuestros seres queridos, y para nuestro futuro como sociedad.
   Es duro reconocerlo, pero hay mucha gente que se ha alegrado con esos atentados terroristas (Ver). Negarlo sería una estupidez y un suicidio. Y hay mucha gente, fanáticos musulmanes, que sigue preparando atentados similares.

   Por todo ello, el objetivo final de mi reflexión y que me lleva a escribir esto es doble.
   Por un lado hacer un llamamiento a la unidad de todos los que no nos alegramos con ningún atentado terrorista del signo que sea; de todos los que no aceptamos la violencia como respuesta a ningún problema; de todos los que queremos vivir felices en un mundo seguro donde reine la paz y el respeto mutuo, y donde podamos pasear por cualquier lugar sin miedo; de todos los que consideramos que lo que nos une y hermana a todos los seres humanos es mucho más fuerte y útil que las diferencias de creencias, raza, idioma o nación a la que pertenezcamos... Mi deseo es que todos los que compartimos estas ideas y sentimientos nos unamos más, de sentimiento y de obra, espoleados por la dura realidad de este sangriento atentado terrorista.
   Y una vez asumido que tenemos que reactivar el camino de la unión, lo que espero que hagamos es, desde la calma y la prudencia, exigir a nuestros representantes elegidos democráticamente que afronten el problema del terrorismo de origen islamista, lo estudien, y tomen todas las medidas necesarias, dentro de la legalidad y respetando todos los derechos humanos, para acabar con ese gravísimo problema que no hace sino crecer.



(Ver noticia - Referencia)
   Ojalá esas víctimas que estaban de paso por Cataluña (como de paso estamos todos en esta vida, no lo olvidemos), ciudadanos del mundo de 34 nacionalidades distintas, sean las últimas. Y ojalá nuestros gobernantes sean dignos y competentes, y se dediquen a trabajar con eficacia y en equipo, para lograr mayor eficiencia, haciendo lo mejor por esta sociedad multicultural y multiétnica en la que vivimos, cuyo reflejo son las multitudes que a diario pasean por Las Ramblas, y por cada vez más sitios del mundo, un mundo en el que se impone la cercanía, donde lo que pasa en cualquier sitio nos afecta a todos los demás, y en el que sobran las fronteras.
   Este deseo y decisión implica que no podemos seguir el juego de los enemigos de la unidad de la gran familia humana, de los que alimentan (cuando no inventan) lo que nos separa, y lo hacen fomentando el odio y la violencia. Pretenden disgregarnos ocultando sus verdaderos intereses políticos y económicos... y quizá sin darse cuenta de la gravedad de sus actos nos dejan a merced de nuestros verdaderos enemigos. Se ha comprobado en Cataluña: Ver. Ver.
   Tenemos que conseguir para nosotros y para nuestros hijos un mundo más unido, más justo y más seguro: donde todos podamos ser más felices. Miremos a Las Ramblas con esperanza, no exenta de amargura y de dolor, y reiniciemos con decisión esa tarea.

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